Cuando Javier Campoy abrió los ojos, no podía imaginarse que se encontraba en Gran Canaria. Lo único que recordaba era que una potente luz lo había deslumbrado cuando a altas horas de la madrugada, y solo en su coche, viajaba de vuelta a su casa en Madrid.
Una larga lista de personas desaparecidas en la isla, llevaron a los inspectores José Mckin y Pablo Jiménez a investigar a un ciudadano alemán, Gilbert Meier, dirigente de una secta cuya ideología estaba determinada por una leyenda sobre una familia de curanderos que habitó, a principios del siglo XX, en el pinar de Tamadaba. De ahí que los isleños les conocieran por “Los Ángeles de Tamadaba”.
Todos ellos, junto a una larga lista de personajes muy bien definidos, se verán envueltos, como actores involuntarios, en una misma trama.
Desarrollado principalmente en paisajes naturales de la Isla de Gran Canaria, todo está rodeado de misterio, intriga y una acción trepidante en Los ángeles de Tamadaba.